Diciembre 2007

Entre esfuerzo, fe y suciedad.
Camino al Santuario de Las Peñas

Esta nota apareció en el periódico electrónico local
"El Morrocotudo", en Diciembre del 2007.

En Diciembre del 2007 al Santuario de Las Peñas. Con la intención de realizar una caminata por un paisaje hermoso, lleno de historias que tienen que ver con la vida, el esfuerzo y la fe en los valles de Arica. Este sendero requiere en todo momento de esfuerzo físico y es un reconfortante viaje para el espíritu, aunque no se tenga como principal motivo el fervor religioso y el saludo a la Virgen. Un buen resumen del recorrido lo hace Tomas Bradanovic .

Tuve la buena idea de empezar el viaje a las 3 de la madrugada y llegar al Santuario a las 6:30, cuando recién estaba amaneciendo. Esto a pesar que el camino fue algo dificultoso pues los puentes peatonales estaban en regular estado y porque no había tantos viajantes, y por tanto, algunas veces perdíamos la huella principal.

En el Santuario vivían la misa, y los bailes se preparaban para entrar al Templo. Entre voces piadosas en altoparlantes y el sonido de los bronces y matracas, decidimos descansar un rato y desayunar. Iniciamos el regreso con la claridad del día, preparados con la cámara de fotos para registrar el paisaje natural y humano, la fe y la historia. Estábamos atentos a los senderos, peregrinos, las bellezas naturales, ruinas históricas y petroglifos. Sin embargo, el resultado fue completamente decepcionante.

Es inaceptable que en los 9 kilómetros de camino peatonal, no haya tramo que no tenga una botella plástica, una bolsa de helado, un plástico de envoltorio de galletas. Regado a ambos lados del camino se encuentran kilos de suciedad dejada por los visitantes, que sin duda, enormemente cansados, no tienen ningún problema en tirar a la tierra cuanta deshecho de lo que se aprovisionan para seguir el camino.

Sorprende que en ninguna de las ramadas instaladas en el camino, el Paradero o el Santuario tengan un basurero señalizado. Sorprende que no exista una sola piedra de regular tamaño al costado del camino que no haya sido rayada por pintura, ya sea con mensajes alusivos a la festividad, o bien, recuerdos personales o signos grafiteros.

Es inaudito que ninguna de las organizaciones que gestionan y ordenan estas dos versiones anuales de la festividad no hayan hecho algo realmente efectivo para solucionar el problema de la suciedad en el camino al Santuario. Ninguna de las autoridades encargadas por velar el cumplimiento en feliz término de la festividad parece haber evaluado y actuado frente al deterioro que año tras año tiene este importante recurso patrimonial de nuestra comunidad.

El problema se agrava por el hecho de que en estos últimos años se ha abierto una nueva ruta que no pasa por las cuencas y asoleadas pampas y se queda junto al río. Este camino fue evaluado y habilitado por los organizadores de la festividad y hoy en día es un nuevo foco de suciedad.

No hablamos sólo de los edificios religiosos e imaginería religiosa, ni de recursos arqueológicos o históricos, hablamos de un paisaje cultural completo que año tras año es valorado individual y grupalmente por una serie de actores y grupos. Existen miles de historias personales y familiares sobre fe, esfuerzo y trabajo que se reactivan en los meses de noviembre y diciembre. Existen muchos grupos religiosos que llegan desde Arica, Tacna, Iquique, La Paz y otras ciudades y pueblos del sur andino que no sólo buscan fe en la imagen de la Virgen, sino también en el paisaje sobrecogedor que la rodea.

No esperemos que sea más tarde para remediar este recurso cultural de la naciente región. Uno de los pocos recursos que por al menos 300 años ha sido valorado espontáneamente por nuestra comunidad, sin necesidad de la voz de gobiernos de turno, entidades técnicas o instituciones religiosas. El Santuario de Las Peñas es un recurso cultural que está en peligro inminente, la enorme cantidad de suciedad y los insolentes grafitis demarcados en las piedras, transforman rápidamente este espacio en un continuo basural que tapará la fe y la historia.

A estas alturas las medidas deben ser drásticas. Sin oponerme al fervor religioso, lo único factible para obligar a los miles de actores involucrados es la amenaza legal de clausurar la Fiesta. En los años del cólera la Fiesta estuvo apunto de no realizarse. Los ramaderos se comprometieron a variar sus menús y aumentó la presencia del Servicio de Salud en terreno. Hoy el mismo Servicio de Salud o la CONAMA (Comisión Nacional de Medio Ambiente) deberían presionar a los organizadores, Iglesia Católica, alférez, grupos de bailes, asociaciones de ramaderos, y las demás autoridades que coordinan, para lograr un compromiso efectivo al respecto, con la posibilidad latente de clausurar en último caso la Fiesta.

Este compromiso debe incluir un plan de descontaminación de la ruta, un plan de educación permanente a los peregrinos, instalación de señalética preventiva y basureros, sancionar a los locatarios que no mantengan la limpieza de su entorno, que las donaciones de la Iglesia no sólo sirvan para mejorar la infraestructura del Templo y del Santuario, sino que también exista una responsabilidad personal y grupal para mantener limpio el paisaje natural y cultural. En fin, el problema de la basura es tan grande y se ha agravado tanto en los últimos 15 años, que mientras más ideas se propongan, más actores y organizaciones se comprometan y más gestiones coordinadas se hagan, será mucho mejor.


PARA SABER MAS DE LA FIESTA: